Túnez | Agua y clima | Akina Mama wa Afrika

Luchando por el mañana: Las mujeres de Siliana en un clima cambiante

Túnez es uno de los países más expuestos al cambio climático. Esta vulnerabilidad se debe principalmente a la creciente escasez de recursos hídricos, en particular de aguas subterráneas, debido a la sequía y a la sobreexplotación de estos recursos.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INS), las precipitaciones anuales son escasas, de apenas 58 mm al año, bajando a menos de 100 mm anuales en el Sur y llegando a más de 700 mm anuales en el Norte. Además, las temperaturas medias anuales son altas, fluctuando entre 16°C y 20°C. Esta situación pone en peligro los cultivos de regadío y de secano a medida que disminuyen los recursos hídricos.

En Túnez, el sector agrícola desempeña un papel vital en la estabilización de las poblaciones rurales, que representan el 35% de la población del país. Aun así, se ve amenazada por prácticas insostenibles y el empeoramiento del cambio climático, que repercuten en la salinidad del agua y la erosión del suelo.

Además, las mujeres que viven en zonas rurales son especialmente vulnerables al cambio climático debido a diversos factores sociales, económicos, medioambientales y culturales. Cada vez les preocupan más los efectos del cambio climático que a las mujeres que viven en zonas urbanas, ya que representan el 70% de la mano de obra agrícola, pero sólo el 15% de la mano de obra permanente y el 8% de la población activa total.

 

LA HISTORIA DE HALIMA

 

Halima Omri, agricultora local de 45 años de la región de Kesra, en Siliana, al noroeste de Túnez, dirige actualmente desde hace dos mandatos el Grupo de Mujeres para el Desarrollo de la Agricultura (GTDA) denominado «El Amal». Tras la revolución, este grupo femenino se fundó en 2012 y se especializa principalmente en el engorde de ovejas para su producción. Está ampliando sus actividades a la valorización de los subproductos de la cría, especialmente la lana.

El establecimiento del GTAD ha contribuido a crear puestos de trabajo para las afiliadas, aumentando gradualmente sus ingresos. No obstante, persisten grandes retos, como el acceso a la atención sanitaria, las condiciones sociales imperantes y el problema general del cambio climático.

Lamentablemente, en los últimos años, estas mujeres se han enfrentado a grandes retos relacionados con la escasez de lluvias y la prolongada sequía, y las consecuencias se han dejado sentir en su producción. La escasez de pastos, la indisponibilidad de heno y materias primas y la pérdida de tierras de pastoreo, con el consiguiente encarecimiento de las materias primas, han obligado a los miembros a tomar la difícil decisión de vender sus ovejas.

No ha llovido desde octubre. Estamos en marzo y todavía no llueve. Antes llovía en noviembre, así que podías sembrar trigo siete meses después y cosecharlo, pero ahora ha cambiado. No sabemos cuándo va a llover, así que estamos aquí.

Las palabras de Halima reflejan los retos a los que se enfrentan los agricultores de su región debido al cambio climático, la incertidumbre meteorológica y la dependencia de las lluvias para el éxito agrícola. Además, la disponibilidad de agua de lluvia es esencial para el crecimiento de los cultivos forrajeros, y su ausencia prolongada puede tener graves repercusiones en la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de los agricultores.

 

ESCASEZ DE AGUA E INTERVENCIÓN GUBERNAMENTAL

Túnez se ha enfrentado a importantes retos debido a la escasez de agua, ocupando el puesto 33 a nivel mundial entre los países más vulnerables al estrés hídrico. Además, las proyecciones climáticas indican una disminución del 28% en la disponibilidad de agua para 2030 (según lo indicado por Chebil et al. en 2019 y Kefi en 2023). Desgraciadamente, en la región de Kesra, la situación de las mujeres rurales se ve trágicamente amplificada en el contexto de la accesibilidad al agua y perjudica su producción.

Antes, los agricultores podían cultivar dos o tres toneladas de trigo en una hectárea. Pero hoy en día es difícil conseguir un saco de 100 kg. Mucha gente ha dejado de cultivar maíz por la falta de lluvias.

Según el presidente de la WGDA, la magnitud del reto planteado por la escasez de lluvias y la sequía también repercute directamente en la cantidad de la cosecha. Además, cuando menciona que «mucha gente ha dejado de cultivar maíz por la falta de lluvia», pone de manifiesto una tendencia alarmante. Los agricultores se ven obligados a abandonar el cultivo del maíz debido a la falta de precipitaciones fiables, lo que puede provocar una reducción de los ingresos y un aumento de la inseguridad alimentaria en las comunidades agrícolas.

Además, hablando de igualdad de género, las profundas desigualdades entre hombres y mujeres en este medio rural acentúan la magnitud de las dificultades a las que se enfrentan. Además, a las mujeres que heredan tierras agrícolas se les confía la responsabilidad de gestionar los recursos hídricos, una tarea estrechamente vinculada a las normas de género y las opiniones sociales imperantes. Estas normas definen a las mujeres como las principales cuidadoras, amas de casa y proveedoras de agua. Este arraigado papel perpetúa de hecho su situación de marginación, no sólo en el ámbito familiar, sino en el conjunto de la sociedad. Lamentablemente, según su declaración, no hay comunicaciones entre su GTAD y las autoridades (Ministerio de Agricultura, CRDA, Gobernación, actores de la sociedad civil) sobre las medidas de adaptación al cambio climático.

 

Equipo G3CA

Safa Mogaadi, Mazhoud Houda, Arij Ferjani, Najwa Bouraoui

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